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Me gusta disfrutar en las mañanas de una taza de café, a través del aroma que está desprende me transporto hacia los cafetales que se extienden a 117 km de Medellín por el suroeste. En ese pedacito de tierra llamado Andes, nací y viví hasta terminar el bachillerato.

En ese entonces, mi pueblo me parecía grande, Colombia era inabarcable y el mundo... No podía dimensionar ni siquiera que existía uno, cuando mi mayor aventura era ir a Medellín y el paseo del año era atravesar el país, hasta Villavicencio a visitar mi familia paterna. Los Llanos son hermosos, cómo no, pero casi 20 horas de viaje en bus, los hacían el rincón más apartado que yo creía poder conocer.

La Ciudad de la Eterna Primavera terminó volviéndose realmente en una gran aventura, pero sólo la primera de muchas que estaba decidido a conquistar. Tras graduarme como Arquitecto de la Universidad Nacional de Colombia, y ejercer algunos años, junté el dinero y el valor suficiente para hacer otro viaje de 20 horas, pero esta vez en avión atravesando literalmente el mundo para llegar al rincón más apartado que he conocido, Australia.

Esa ha sido hasta ahora la mayor aventura de mi vida. Estaba solo, en un país con otro idioma, otras costumbres, ni yo mismo me reconocía. No más horarios de oficina, ni descanso los fines de semana. Ahora debía pasarme entre trabajos nocturnos y el colegio donde estudiaba inglés.

Mis compañeros eran de todas partes del mundo, y yo quise en cada exposición mostrarles como era Colombia. Hablaba de cada latitud de mi país, mostrándoselos como un destino imperdible. Un día me preguntaron si conocía todos esos lugares... No pudieron ocultar su asombro cuando les dije que no. Ese día nació en mí una promesa, conocer mi país, completo, como diríamos "de cabo a rabo". Me propuse ser un verdadero embajador de mi país, mostrándolo desde mi experiencia y no de lo que se puede encontrar en internet.

Tras terminar mi intercambio realice un viaje por Asia. Su cultura, sus tierras, sus costumbres y su gente me encantaron, pero a la vez me enamoraron más de Colombia. Descubrí que no es necesario atravesar el mundo para ver playas paradisiacas, probar sabores extraños, conocer gente diferente a mí.

Claro que quiero conocer el mundo, pero quiero hacerlo cuando pueda ir sembrando en cada persona que me tope un rinconcito de mi país. Hablar de San Andrés, y porqué es mi destino favorito. Contarles cuando me sumergí en un río en el hermoso y a veces olvidado Guaviare. Describirles las bellas tierras de la sabana, el sabor y la amabilidad de su gente. Mi pueblo, no sólo es cafetero, quiero que sepan de sus cascadas ocultas, de sus montañas con vegetación que va cambiando con la altura, de la tradición de su gente.

Kasedna: Juan Camilo Vélez O.

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