Mi primera vez en avión
- Kasedna Travel
- 20 may 2017
- 3 Min. de lectura
Realizaba un viaje de trabajo. Mi vuelo salió temprano. Todo en orden, silla 11 A (ventana). Me gusta ver el paisaje, las nubes y tomar fotos de los recorridos. Esta vez me deleitaba con los ríos Meta y Orinoco que se encontraban para formar esta pequeña ciudad capital de Vichada llamada Puerto Carreño.

Noté que el chico del lado estaba muy ansioso, con ganas de mirar por la ventana, con su celular en la mano y haciendo piruetas listo para tomar la foto y diciendo a cada momento "¡waooooo woooooo!". Le pregunté si era su primera vez, me dijo que sí.
"Trabajo en alturas, pero en edificios lo máximo que he subido son 100 metros", agregó. Decidí cederle mi puesto para que pudiera ver mejor. Parecía un niño pequeño asombrado con el blanco y la textura de las nubes.
Volar lo hago con frecuencia, por mi trabajo y por mi pasión por viajar. A pesar de ser "común", para mí no deja de ser maravilloso y reconfortante. No tengo las palabras para explicar el sentimiento cuando estoy en el aeropuerto, en el avión y en el instante de despegar. Me invade un paz única.
Este chico de la ventana me recordó mi primera vez en avión. De pequeño mis viajes siempre eran en bus. No importaba si era de Andes hasta Medellín o hasta Villavicencio. Antes de estos viajes me invadía la ansiedad pensando en que me iba a marear, o peor aún, vomitar. Ya en el camino la emoción del paseo me permitían viajar tan bien como ahora.
El primer viaje en avión fue hasta Bogotá, tenía casi 20 años y estudiaba arquitectura en Medellín. Recuerdo que llegue al aeropuerto y me dije a mí mismo que no podía mostrar lo "montañero". Decidí aplicar la del adagio popular: ¿dónde va Vicente? donde va la gente. Hice todo lo que los demás hacían y logré hacer todos los pasos necesarios hasta estar en la silla del avión.
A mi lado iba una señora de unos 80 años muy tierna. Comenzó a hablarme y a darme confites Coffe delight, que por cierto son de mis favoritos, y nos fuimos hablando todo el recorrido. Me contó que viajaba por el mundo visitando a sus 5 hijos que vivían en diferentes ciudades de Europa, EE. UU. y Colombia. Me dijo que se había dedicado a conocer el mundo y a disfrutar la vida "porque lo material no se van contigo cuando te mueres, en cambio las experiencias y lo que hallas disfrutado si", eso quedo en mi mente.

Al llegar a Bogotá cada uno se fue por su lado. En el Puente Aéreo y mientras esperaba para salir hacia donde unos amigos, di una vuelta y vi a la señora de nuevo. Estaba tratando de montarse a las escaleras eléctricas, que por desgracia le cogieron ventaja mientras cogía las maletas y rodó un poco por ellas. Salí corriendo y le ayudé. Estaba un poco lastimada pero nada grave. La acompañé hasta que su hija llegó por ella. De agradecimiento me acercaron a donde yo me dirigía.
Este es uno de los recuerdos que me han marcado. Apareciendo cada tanto para guiarme en mi camino. No es sólo mi primera experiencia de volar, sino las historias de lugares en el mundo y la belleza interior de la señora. Espero haber contribuido en algo a la historia del chico de al lado. Un detalle tan pequeño, pude mejorar la experiencia de la primera vez volando. Así como la señora conmigo y pueda recordarla como yo recuerdo la mía siempre.
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